Ella quería ser Dios, quería ser única. Quería reinar y que la adoren. Pero no quería ser cualquier Dios. No se conformaba con los ritos de sacrificios humanos o animales, no le alcanzaba con las imágenes en las estampitas, con el agua bendita o las medallas, con las caminatas hasta Luján.
Ella no quería todo eso, sólo quería ser adorada por una persona.
Y se equivocó al ser tan pretenciosa, y un día lluvioso la lluvia le mojó el flequillo, las gotas se confundieron con sus lágrimas y lloró hasta morir.
viernes, 25 de diciembre de 2009
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1 dejaron un comentario:
Qué bonito. Besos!
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