domingo, 29 de noviembre de 2009

La flor que se queria deshojar.

Ella dictó su sentencia de muerte con tan sólo algunas palabras. "Quiero fundirme con vos".
Él no se consideró ningún asesino, la amaba tanto que si ella le pedía que la mate, él lo hacía.
Ella no se conformó con el suicidio, quería morirse en él, y acabar de una vez con todo.
Él no quería. El quería cuidar de su flor hasta que crezca, y esperar hasta que sus pétalos terminen de florecer.
Ella quería despedazarse, morder cada pétalo naciente y dejar de ser un capullo. No quería esperar más, no.
Él se resignó; era una flor muy caprichosa.
Ella suspiró aliviada cuando él aceptó. "Ahora será mío, aunque sea por un instante".
Convinieron día y horario, el lugar, el mismo de siempre.
Con la luz crepuscular sobre sí, se miraron y supieron que era el final de una etapa. Quizás no habría un después.
Ella trató de no clavarle las pequeñas espinas, él intentó no quebrar sus frágiles pétalos.
Antes de morir fueron capullo y flor, en una tarde de otoño.

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